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Vive y Deja Vivir

La caja del tiempo

La caja del tiempo

Tenía en medio del pasillo una caja de cartón desde hace unos 3 años. Después de que mi madre me obligara a vaciar por fin mi habitación de los últimos años (a pesar de ya no vivir en su casa), me traje todos mis trastos y los amontoné como pude en dos habitaciones distintas. Y esa caja quedó ahí.

Aprovechando que hoy no trabajo, he estado enredando y enredando, y he reparado en ella. Total, no puede ser tan difícil acumular una caja más sobre las ya existentes. Así que, me he puesto manos a la obra, y ahora que he terminado, no me queda más remedio que intentar desmadejar este compendio de recuerdos y sensaciones. Algo parecido a la nostalgia.

He encontrado fotos mías de hace hasta 19 años: del viaje de fin de curso de 3º a París; de la vez que fui con mi segundo novio serio de acampada a Higueruelas; del San Valentín de 1994; la foto de David, el primer chico al que le dije que me gustaba, allá por los 12 años; con mi patrulla de los scouts en Cazorla. También he encontrado un mechero que me trajo mi primer amor de la mili, regalos comprados y regalos artesanales, libretas, diarios, cajitas de metal, mi reloj y la pitillera de plata que creía perdidos..... incluso la primera lista escrita de lo que me compraría cuando me tocara la lotería.

Me ha servido para recordar sensaciones que he ido relegando al olvido, como, por ejemplo, lo mucho que me han querido y he querido. Por supuesto que he llorado, que he estado triste, pero siempre sumergida en la maravillosa y feliz ignorancia de la adolescencia, de la inocencia. Y no se puede evitar pensar que, desde luego, cualquier tiempo pasado fue mejor. Es gracioso cómo se ama intensamente un día, y pasado el tiempo, no queda más que un suave cariño por aquella persona, que acaba convertida en trastos acumulados en una caja, una cara sonriente en una foto. Pero, en el fondo no fue mejor, sólo diferente. Al mirar atrás, lo malo se diluye, y lo bueno, brilla intensamente. Esa es mi conclusión, después de estar un buen rato echando la vista atrás, sonriendo, y recordando algunas de las cosas que me hacen ser quien soy. 

Pero no hay nada más bonito que el presente que se vive con intensidad, con ganas. Y hablando del presente, me siento bien, llena de ilusiones para el futuro, al menos el más inmediato. Pese a que el pasado, a veces, llame a la puerta y una no pueda resistir el impulso de abrir un poquito, y ver lo que trae, decido vivir el momento, ahora que estoy en la cresta de la ola, en la cima del mundo, en mi castillo entre las nubes.

Y si estar enamorada no fuera bastante impulso, haber visto una foto mía con ¡30 kilos menos! de hace una década, será un estupendo aliciente para seguir el maldito régimen que empecé la semana pasada, y que ya está dando sus primeros frutos.

Me propongo solemnemente colgar una foto mía si consigo bajarlos, con la salvedad de que las únicas promesas que se pueden romper, son las que una se hace así misma.

5 comentarios

Van Wilder -

Genial!Maravilloso!
tu ultimo comentario(el unico que he leido hasta ahora)me fascina!
pienso seguir leyendo tu blog!
animo con esa vida tan bien vivida! ;)

sergio -

Un saludito para la chica que vive y deja vivir.
¿No escribes? Yo no tengo musa tampoco, y solo salen musarañas. Ya volveran.

Besos.

MVsT -

yo también tengo un par de cajas en un rincón del salón... en mi caso voy a optar por llevarlas directamente a un chatarrero... al peso me llevo un buen pellizco!! :-D

Sergio -

Estaré impaciente para esa foto.
Voy a tener que dejar olvidado algo por ahí, para rememorar, como tú, dentro de unos años. Y es que esto de ser ordenadito no es bueno...

p.d. ¿Me tomas el pelo? En los 14 meses que tiene mi sitio, he dejado cientos de cosas mías y de mi vida. Encubiertas, incrustaditas, entre textos, por ahí, sin desmenuzar ni obviar. En todos. (casi todos).

Besos ;-)